De cajón ¿verdad? ¿Qué harías si te pidieran matrimonio en la primera cita?... ¡¿Estás loco/a?!... ¡O te vas o llamo a la policía!
Me encontré con la frase del título del post, mientras leía (Sell like crazy) a ver si aprendía algo , y me hizo mucha gracia de lo evidente que es y porque me sentí identificada con ella, más de lo que debería.
Habrá pocos kamikazes sentimentales (por su bien) esperando recibir un sí a su veloz declaración de amor, en cambio todavía muchas veces los que nos dedicamos al tema de ventas ansiamos que nuestra petición de mano, nada más conocer al cliente, en nuestra primera cita, acabe en boda (venta) y nos extrañamos aún al ver que este apresura el paso o sale corriendo directamente.
Si en vez de intentar persuadir velozmente a la otra persona, nos centramos en escuchar, establecer una relación de confianza, resolver dudas y problemas, las probabilidades de que nos den calabazas se reducen notablemente. Y eso es así en todos los ámbitos de la vida.
Así que, deja de pedir matrimonio en la primera cita y yo trataré de no ser una kamikaze del marketing. Ninguna de las dos cosas suele acabar bien.
A mediados de 1944, se organizaron en Japón estas "unidades especiales suicidas", cuya táctica era una forma realista de asumir que el piloto acabaría muerto igualmente en su ataque a los barcos americanos. En medio de la guerra, la experiencia acumulada del nivel protección antiaérea de los barcos estadounidenses, demostraba que las posibilidades de la retirada tras el ataque eran prácticamente nulas.
Así que a alguien se le ocurrió la genial idea, y aunque no faltaron voces dentro del ejército japonés que discrepaban (era muy caro adiestrar a un piloto para que él y su avión tan sólo hicieran un solo viaje) al final la idea de que morir por el país y el emperador era un honor, salió adelante.
A pesar de estos sacrificados patriotas japoneses, todos sabemos como acabo todo. Aproximadamente 3.000 pilotos suicidas hundieron entre 34 y 54 barcos, pero no impidieron que Japón declarase su rendición el 15 de Agosto del 1945, pocos días después de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki.
En la madrugada de ese mismo día las tropas japonesas tenían conocimiento que el Emperador Shōwa daría un informe público y ya se anticipaba que se trataba del anuncio oficial de la rendición del país. Pero a pesar de eso, el vicealmirante de la Quinta Flota Matome Ugaki no tuvo reparos en convocar once bombarderos para efectuar un último ataque. Cuatro de estos aviones no pudieron despegar, mientras que los otros siete se lanzaron al ataque.
Poco después del mensaje oficial de rendición incondicional de Japón, un tal Ōnishi, vicealmirante también, decidió quitarse la vida y fue hallado tendido en el suelo por el personal de la base en la madrugada. Dejando una nota final que decía:
…Deseo expresar mi profundo aprecio a las almas de los valientes atacantes especiales. Ellos lucharon y murieron valerosamente, con fe en nuestra victoria final. En la muerte, quiero purgar la parte que me toca en el fracaso de no lograr esa victoria y pido disculpas a las almas de esos aviadores muertos y sus acongojadas familias….Deseo que la gente joven de Japón encuentre en mi muerte una moraleja. Ser temerarios solamente favorecerá al enemigo…
¿Cómo te has quedado? Pues eso, los libros lo dicen y la historia lo demuestra: valentía si, temeridad no, aunque eso al final depende de los resultados.